Historia de la Hermandad

Si hacemos caso de la descripción de diversos autores, corría el año de 1575 cuando un grupo de hombres buenos, residentes en aquella Sevilla del Quinientos escucharon, emocionados y absortos, la palabra directa, aguda, punzante como una saeta, del orador sagrado que predicaba el Sermón de Pasión, el cual abunda de tal modo, con tal vehemencia, sobre los padecimientos de Cristo en la cruz clavado, en medio de aquel ambiente casi de tinieblas, que hace estremecer a aquellos buenos cristianos. No conocemos el templo donde se celebró el antedicho culto. Entre los asistentes, según refieren diversos autores, abundan los plateros. Para el Abad Gordillo, son “unos mancebos oficiales de la platería”; para otros, es el propio gremio de plateros el que promueve el culto, y para algún tercero son “varias personas devotas pertenecientes, según se asegura, al arte de la platería”. Sin embargo, las fuentes históricas más fiables corrigen tal aserto. Por tanto, no debe caber duda sobre que la fundación de la Cofradía no fue promovida con carácter gremial, ya que los plateros de Sevilla se congregaban, profesionalmente, en la Hermandad de San Eligio o San Eloy, con sede canónica en el Convento Casa Grande de San Francisco, si bien con anterioridad a la reducción de hospitales decretada el año 1.587, tuvieron su sede en el Hospital de San Eloy, que les era propio y estaba situado en la calle a la que dio nombre aquel establecimiento, todavía así rotulada. Quiere decirse que no sólo los plateros, sino que también abundaron en la nómina de la Hermandad de la Expiración desde los años fundacionales Escribanos Públicos y Corredores de la Lonja, además de hidalgos sin oficio y clérigos regulares.

A la vista de una escritura de apoderamiento descubierta por el investigador Celestino López Martínez, se puede leer que “la Hermandad y Cofradía de la Expiración de Nuestro Señor Jesucristo, que está y reside en la Iglesia de San Andrés de esta ciudad de Sevilla, en el día 6 de noviembre del año de 1575, y en su nombre Pedro de Herrera, Hernando de Soria, Rodrigo Hurtado, Gonzalo de Carpio, Baltasar de Aguilar, Francisco Lozano, Andrés de Heredia, Gaspar Campuzano, Bartolomé Prieto, Juan Ordóñez, otorgaron poder cumplido a Hernando de Soria y a Rodrigo Hurtado, Alcaldes de la Cofradía para que entendieran en todos los negocios de la misma…”[1]. Y más adelante aclara:“[…] que subsistió en la expresada Parroquia de San Andrés…, hasta el día que se trasladó al Convento de la Merced […]”.

En consecuencia, debe entenderse que los negocios más importantes a acometer debieron ser la aprobación de la Regla, ya conseguida dos días antes, el posible traslado al convento mercedario, y particularmente el encargo de la hechura de la imagen del Cristo titular sobre la cual “consideraron que levantaba la cabeza al cielo en llamamiento a su Padre Eterno, y desearon tener una imagen divina de semejante representación”.

La Regla por la que se regiría la vida corporativa, fue aprobada por el Cardenal Arzobispo Cristóbal de Rojas y Sandoval con fecha 4 de noviembre de 1575, y contenía cuarenta y cinco capítulos. En ellos se establecía la tarde del Viernes Santo como jornada para realizar la estación de penitencia, instituyendo como cultos corporativos las fiestas de la invención de la Santa Cruz, la Natividad de la Virgen y la de Todos los Santos.

Si atendemos al manuscrito de la Regla de 1575, cuyo original se conserva en el Archivo Histórico Nacional, legajo número 785, número 17 de la sección de Consejos, podremos comprobar a la vista de su presentación al Consejo de Castilla el año 1780, que no se especifica profesión alguna para los fundadores. Exclusivamente puede leerse:“…que en el año pasado de mil quinientos setenta y cinco, varias personas devotas, movidas de piadoso celo y deseosas de aumentar el culto de Dios, y los ejercicios de virtud para el mayor fruto y ventaja de las almas, fundaron en la Iglesia Parroquial de San Andrés de aquella misma ciudad, una Hermandad o Cofradía de Penitencia…”. Así pues, al mes y días de la aprobación de la Regla, sin perder el tiempo, los fundadores concertaron la hechura del Cristo con el escultor Marcos de Cabrera.

Respecto de la imagen del Cristo, atribuida desde el siglo XVII por el Abad Gordillo y sucesores a un inexistente Capitán Cepeda, hubo que esperar al año 1946, para que, gracias a la investigación de Celestino López Martínez, pudiéramos saber del autor de tan inefable efigie, el también Capitán Marcos de Cabrera. En el documento hallado, quedó escrito que, de acuerdo con lo pactado, el día 7 de diciembre de 1575, se otorgó la correspondiente escritura de ejecución de la obra, que aún se conserva en el oficio número 18 de la Escribanía de Pedro de Villalta, en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla, Sección de Protocolos. Habría de ser un Cristo Expirante, hecho en material ligero que permitiera su fácil procesión por las calles de Sevilla, y de hechura tal, asegura la tradición que ha llegado hasta nosotros, que no pudiera hacerse otro igual, así que, una vez terminada la obra -según narra el Abad Gordillo-, “no solo se quebraron los moldes, sino que los llevaron a lo más hondo del río y se echaron allí”

Si bien la Regla estableció como titular mariano a Nuestra Señora de las Aguas, en principio no debió encargarse imagen, circunstancia que se vio justificada por cuanto fue la advocación de Madre de Dios de las Mercedes la que figuró como titular de la Cofradía de la Expiración desde su unión con una Hermandad de este título el año 1.607, según Celestino López Martínez, asegurando Santiago Montoto, en su obra “Cofradías sevillanas”, que tal Hermandad había sido fundada en el Convento mercedario el año 1585, a lo que añade textualmente: “sospecho que la separación de las dos Corporaciones debió verificarse en el último tercio del siglo XVIII, cuando el escultor Cristóbal Ramos labró la imagen de Ntra. Sra. de las Aguas…”. Y en efecto así aconteció, pues rebasada la mitad del siglo XVIII, ambas Hermandades se separaron, retomando esta de la Expiración el primitivo título de Nuestra Señora de las Aguas que figuraba en su Regla de 1575. La bellísima imagen, que el año 1772, fecha que según se estima con bastante seguridad, modeló Cristóbal Ramos, es la que actualmente sigue como venerada titular de la Cofradía.

La relación de esta Hermandad y Cofradía con la Orden Mercedaria se remonta al año 1577, en que se firma un primer acuerdo entre ambas. Era comendador de la Merced Fray Pedro Carrillo, y Alcaldes de la Cofradía los hermanos Baltasar de Aguilar y Gonzalo de Campos Guerrero. La escritura que otorgan es harto interesante por cuanto nos da una cierta pista para suponer el motivo por el que abandonan la Parroquia de San Andrés, ya que se expone explícitamente la causa: “por cuanto los dichos hermanos y cofrades han tenido y tienen en este Monasterio mucha devoción”. De este modo, ingresan en el Real Monasterio Convento de Nuestra Señora de la Merced redención de cautivos, siendo la primera sede de la Hermandad en el cenobio mercedario una Capilla claustral llamada de los Confesionarios, posteriormente desaparecida posiblemente con motivo de las obras que se desarrollarán en el convento a lo largo del siglo XVII. Obras que motivaron el traslado de la Hermandad a la Parroquia de La Magdalena y posterior regreso al convento, el año 1600, para ser ubicadas las imágenes en su Iglesia hasta que, en virtud de escritura otorgada el día 12 de Mayo de 1613, la Orden cede a la Hermandad, mediante censo enfitéutico, un sitio en el compás del convento en el que edificaría la Capilla que hasta la fecha viene utilizando como sede canónica, a cuyo pleno dominio accedió en el siglo XIX en virtud de las medidas desamortizadoras que le permitieron la redención del referido censo.

Según tradición, en los primeros años la estación de penitencia se efectuaba el Viernes Santo, procesionando a cinco templos próximos, en recuerdo de las cinco llagas del redentor. En aquella época la imagen del Cristo era portada a hombros de los hermanos, pasando, transcurridos unos años, a salir en procesión sobre unas andas, aunque la primera noticia documentada que se tiene sobre el particular se refiere al paso barroco tallado por Francisco Antonio Gijón junto con los cuatro Evangelistas que ocupaban sus correspondientes esquinas, si bien es posible que el insigne utrerano terminara el iniciado por el también escultor de origen italiano Paolo Albertini, o Pablo Albertín como se le conocía en Sevilla. Siguiendo la costumbre de otras Cofradías sevillanas, también sacaba un paso alegórico al que llamaban del Eclipse, por cuanto representaba este fenómeno meteorológico en recuerdo del acaecido al expirar Jesús en la Cruz.

Desde el año 1772, el paso de Cristo procesionó acompañado por el de la imagen de la Virgen de las Aguas modelada por Cristóbal Ramos, más al poco, es posible que al año siguiente, al tratarse de una imagen genuflexa y orante, se decidió situarla en el mismo paso del Cristo a los pies de la Cruz, recordando el “Stabat Mater Dolorosa iuxta crucem lacrimosa dum pendebat filius”.

Documentalmente, no conocemos el itinerario que seguiría, pero por la Regla de 1575 sí sabemos cómo se organizaba la Cofradía, y de la presencia en la procesión de los llamados hermanos disciplinantes, dada la consideración de Hermandad de Sangre que detentaba; flagelantes que permanecieron hasta bien avanzado el siglo XVIII en que fueron prohibidos. Fue en el año 1604, cuando el Cardenal Niño de Guevara dispuso que todas las Hermandades hicieran estación penitencial a la Catedral, practicándola nuestra Cofradía, a partir de entonces, el mismo Viernes Santo por la tarde siguiendo un itinerario más o menos parecido al actual. No obstante, la primera noticia documentada de la presencia pública de la Hermandad se remonta al Domingo de la Santísima Trinidad, día 11 de junio de 1579, fecha en que participó en la procesión organizada con motivo del traslado de la imagen de la Virgen de los Reyes, el cuerpo de San Leandro, de San Fernando y demás restos reales a la Capilla Real que con tal motivo fue inaugurada.

Así mismo conocemos documentalmente de su participación durante el siglo XVII en la procesión del Corpus Christi, lo que nos da a entender que debió permanecer ejerciendo, asimismo, la Estación de Penitencia

Gracias a la labor callada y constante de un cronista anónimo que nos dejó memoria de cuantos acontecimientos relevantes, según su criterio, sucedieron en Sevilla entre los años 1.713 a 1.775, podemos conocer aspectos interesantes relacionados con las Cofradías, y singularmente con esta de la Expiración. A su través se ha constatado lo irregular de las salidas procesionales en general, así como que esta Hermandad de la Expiración practicó su Estación de Penitencia durante el periodo que comprende esta crónica, es decir, un total de diecinueve años. Pero además, a estos datos que nos suministra el mencionado autor anónimo, hemos de añadir los que nos aporta un interesante expediente, conservado en el Archivo General del Arzobispado, que contiene, si bien con algunas lagunas, las actas de los varios Cabildos de Toma de Hora celebrados a partir del año 1.775 hasta 1.820, en el que comprobamos una casi regular asistencia de la Hermandad a las sucesivas convocatorias, de lo se puede deducir su paralelo ejercicio de la Estación de Penitencia.

En el siglo XVIII, concretamente el año 1782, la Hermandad vería aprobada su Regla de 1575 una vez ajustados sus capítulos a la normativa dictada por el Rey Carlos III para todas las Hermandades y Cofradías de sus reinos, siendo, en el caso de Sevilla, una de las más diligentes a la hora de presentar su Regla ante el Consejo de Castilla.

Nada más comenzado el siglo XIX, la Hermandad sufrirá y será testigo de lamentables sucesos que implicarán una importante decadencia que si bien superada con enorme esfuerzo, influirá en la vida confraternal hasta bien entrado el siglo XX. Los acontecimientos que incidirán de manera más directa y contundente en el desenvolvimiento de la Hermandad fueron, además de la epidemia de peste amarilla de 1.800, “en que murieron muchos de sus principales hermanos”, la posterior invasión francesa y los procesos desamortizadores, singularmente el de Mendizábal, si bien dichos acontecimientos la afectarán de distinta manera e intensidad.

La ocupación de Sevilla por los franceses acontece entre el mes de Febrero de 1810 y Agosto de 1812, en que comenzaron sus tropas a evacuar la ciudad.

El intruso José Bonaparte decreta para todo el reino de España, el día 17 de agosto de 1809, la exclaustración de las órdenes religiosas regulares y la desamortización de sus bienes, decretos que se aplicaron a su llegada a Sevilla, en 1.810, con toda rapidez y contundencia. A partir de aquí́, comienza el expolio de bienes en Iglesias y Conventos. El Convento de la Merced, que para colmo el año 1.810 sufrió́ un grave incendio que arruinó gran parte del mismo, concretamente la zona dedicada a noviciado, sería ocupado por las tropas gabachas y arrasado buena parte de su patrimonio al ser expoliadas las obras de arte que, a juicio del Mariscal Soult, eran merecedoras de ser cobradas como botín de guerra. Entre ellas, fue confiscado el impresionante cuadro que, representando la Resurrección del Señor, pintara Murillo en su plena madurez, y que colgaba en la Capilla sobre uno de los altares laterales. También fueron incautados otros lienzos, tal como el que pintara, representando la Oración en el Huerto, Francisco de Varela, del que no se tiene noticia de la suerte que corrió́. Y el de San Miguel Arcángel del mismo autor, el cual acabó en una colección particular. También desaparecieron otras imágenes que contenía la Capilla, entre ellas un San José́ sobre un trono de ángeles, obra de Francisco Antonio Gijón, que estuvo situado en el retablo de la Resurrección. Por si fuera poco, sucumbieron a la desatada furia iconoclasta, todos los retablos de la Capilla, incluido el del altar mayor en que se veneraba la imagen de la Sagrada Expiración. La Capilla quedó asolada, y no es un eufemismo, ya que fueron arrancadas las baldosas de mármol de Génova, y llevadas al Palacio Arzobispal para solar las dependencias que ocuparía el tristemente célebre Mariscal Soult.

Gracias a Dios y al inasequible desaliento de nuestros escasos antecesores, ambos Sagrados Titulares junto con los Evangelistas fueron trasladados, con tiempo suficiente, a la cercana Parroquia de San Vicente, razón por la que pudieron salvarse del latrocinio. Debieron ser trasladadas a la Parroquia de San Vicente con posterioridad al mes enero de 1810, según documentación que se conserva, ya que se encontraban en aquella Iglesia Parroquial en agosto de 1.811, puesto que el día 20 de dicho mes, el Sr. Cura Párroco extiende una certificación para un escrito de petición de indulgencias, en el que dice que las imágenes de la Cofradía “se veneran en el día con la mayor decencia en esta Parroquia…”Regresan las imágenes a su Capilla posiblemente a finales de ese año 1816 o principios de 1.817. Sabemos que el 25 de junio de 1.818, ya se encontraban en su sede canónica; según González de León, a partir del año de la reincorporación “fue renovada con ventajas la Capilla” donde “se volvió́ a colocar en ella el Señor y la Virgen, dándoles algún culto…”

A pesar del duro golpe sufrido, la Hermandad permaneció́ viva, y que una vez expulsados los franceses, unos contados hermanos responsables se dispusieron inmediatamente a restituir la Capilla a su normalidad, intentando, por todos los medios arreglar la deplorable situación en que la misma se encontraba, si bien la verdadera reorganización de la Hermandad no se producirá́ hasta el año 1.825. Concretamente, el 24 de febrero de 1825 la corporación celebró Cabildo General con la idea de recuperar su actividad ordinaria, y volver a su vida activa con la ayuda de los frailes mercedarios y distinguidas personalidades de la ciudad. Logró salir el Viernes Santo 13 de abril por la tarde, con un nuevo paso, en el que figuraba el Cristo y la Virgen a los pies. Fue la primera cofradía que en el siglo adoptó el uso de la Cruz de Guía. El 17 de abril de 1829 salió con el paso de Cristo y uno de palio extremadamente sencillo donde fue venerada públicamente la Virgen.

Como hicieron otras Hermandades en este siglo, se propuso a palacio el nombramiento del monarca español como Hermano Mayor Perpetuo. Fechado en Madrid el día 19 de junio de 1827, se comunicó a la Hermandad mediante oficio de la Mayordomía Mayor de Palacio que firma D. Francisco Blasco, dirigido a D. Juan Nepomuceno Fernández de Roces, a la sazón Hermano Mayor, que S. M. el Rey D. Fernando VII aceptaba el cargo propuesto, y como consecuencia se concedía a la Hermandad la posibilidad de usar el título de Real.

Gracias a las referidas actas de los sucesivos Cabildos de Toma de Hora ya mentadas, se puede deducir que la Cofradía, a partir de este año realizó la Estación de Penitencia con cierta regularidad hasta la hora que a causa de la desamortización y exclaustración de la Orden Mercedaria, al verse impedida de salir del templo conventual como solía de siempre, y no pudiéndolo hacer de la Capilla debido a la angostura de su puerta, se vio obligada a realizar la Estación de Penitencia desde otros templos cercanos y de manera irregular–concretamente desde el vecino convento de la Asunción y el de San Antonio Abad- hasta que pasado el año 1883, finalizada la obra de ensanche y adaptación de la puerta a la dimensión de los pasos, comenzó a salir de su Capilla propia, por primera vez en su historia.

 

Conocemos documentalmente que el Viernes Santo del año1895, la Virgen estrenó saya y manto con bordados del taller de Josefa y Ana Antúnez, y que el Cristo procesionó por vez primera con la recién reformada corona de espinas y el nuevo sudario, ambas piezas realizadas por nuestro hermano e insigne escultor Manuel Gutiérrez Reyes y Cano, al tiempo que la Cruz lucía nuevo INRI y casquetes.

 

En los años iniciales del siglo XX la Hermandad padecerá una profunda crisis posiblemente suscitada por causa de una serie de importantes obras que se realizaron en la Capilla – especialmente la reforma de la puerta – para las que no se contaba, una vez finalizadas, con la financiación suficiente para hacer frente a los pagos. Hay que esperar al día 4 de mayo de 1.908 para topar con la primera acta de un Cabildo General Ordinario celebrado en dicha fecha. Cabildo al que asistió un total de trece hermanos que, de modo curioso, son previamente admitidos como tales hermanos, señal evidente de la existencia de esa laguna a la que hemos hecho referencia. El acta no especifica si se trató de un Cabildo General de Elecciones, si bien es cierto que en el mismo se eligió como Hermano Mayor a D. Juan J. Jiménez Román, sin que se especifique el modo o método utilizado para la presentación de candidatura y votación consiguiente. Finalmente, consignaremos que por fin el Viernes Santo día 8 de abril de 1.909, a las 20 horas, salió la Cofradía de su Capilla propia para realizar la Estación de Penitencia después de varios años sin hacerlo.

En este siglo XX, una vez superada la crisis referida, aunque con altibajos, la Hermandad fue recuperando buena parte del vigor perdido, si bien desde un punto de vista sobresaliente cabe reseñar diversos hechos de suma importancia que colaboraron a este resurgir.

El año 1922 se llevó a cabo la iniciativa, tantas veces acariciada, de sacar la imagen de la Virgen en paso propio de palio. Con tal fin fue restaurada en una importante intervención por el escultor Antonio Infantes Reina. Ello tuvo como consecuencia la construcción de un nuevo candelero para mostrarla de pie –si bien para el altar conservó de momento el que la mantenía genuflexa y orante -; también se llevó a cabo el tallado en madera de unas manos que sustituyeron las anteriores entrelazadas, que la Hermandad conserva todavía.

Por otra parte, la elaboración de los elementos metálicos del paso de Virgen le fueron encomendada al orfebre Seco Imberg, y a Hijos de Miguel del Olmo el palio de malla transparente “del estilo usado por la Hermandad de Montesión”, así́ como el manto que luciría, erguida por primera vez desde su ejecución por Cristóbal Ramos. La imagen de Nuestra Señora de las Aguas fue vestida como de costumbre por el Director Artístico Antonio Amán y Austria al modo monjil, utilizando una pieza de encaje de tul de oro. Pero el estreno del paso de palio resultó frustrado, ya que aquel Viernes Santo, día 14 de abril de 1.922, a las 7 de la tarde, hora en que debían abrirse las puertas de la Capilla, comenzó́ a llover copiosamente, por lo que se suspendió́ la salida para intentarlo dos horas más tarde, pero no solo no escampó, sino que arreció el aguacero de tal manera que no hubo otro remedio que decidir la suspensión definitiva.

Pero no quedaron aquí las novedades, ya que días después, el 28 de abril de 1.922, los hermanos a la sazón se reunieron en Cabildo convocado con el fin de pulsar la opinión de los asistentes en relación con el posible cambio de día para efectuar la Estación de Penitencia en la Semana Santa del siguiente año de 1.923, así como conocer las razones en que se fundamentaban los proponentes de la mudanza, puesto que la cuestión venía siendo discutida desde tiempo atrás. Asistieron veintiocho hermanos, presididos por el Hermano Mayor. Iniciada la sesión, la propuesta fue realizada por el Consiliario D. José́ Luis Garrido, quien advirtió́ como cuestión previa la urgencia del posible acuerdo. A la propuesta del Consiliario señor Garrido, se sumó́ de inmediato el también Consiliario D. Luis Torres Santos, que la apoyó con entusiasmo. Tras el consiguiente debate, el Hermano Mayor propuso que se procediera a una votación secreta a fin de garantizar la libertad de expresión. Una vez efectuada, el escrutinio arrojó como resultado veintitrés votos a favor del cambio, cinco en contra, y dos en blanco, de modo que la propuesta quedó aprobada y condicionada a la experiencia positiva de la decisión adoptada. Como consecuencia, el día 26 de marzo de 1.923, Lunes Santo, por primera vez hizo la Cofradía su obligada Estación de Penitencia a la Santa, Metropolitana y Patriarcal Iglesia Catedral de Sevilla.

Un Lunes Santo que marcó un hito digno de tenerse en cuenta en la larga historia de la Hermandad, ya que a partir de esta feliz coincidencia -el estreno del paso de Virgen y la fundación del Lunes Santo como nuevo día en la Semana Santa sevillana-se iniciaría y proseguiría una senda de constante superación a la búsqueda de una renovada identidad, pero bebiendo siempre en la fuente de su histórico pasado.

El año 1929, fueron modificadas las túnicas de los nazarenos, para quedar tal y como se conocen en la actualidad. Quiere decirse que aprobada que fue la propuesta por el Cabildo, el Lunes Santo día 25 de abril de 1.929, la Cofradía hizo la Estación de Penitencia prescrita en la Regla, distinguiéndose los nazarenos de Cristo, túnica negra de cola, de los de Virgen que mantuvieron la capa blanca.

 Proclamada la II República el 14 de abril de 1931, la hermandad dejó de hacer su Estación de Penitencia durante el trienio 1932 a 1934. Sí la realizó el año 1935 y 1936 a pesar del inmediato estallido de la Guerra Civil. Dado que Sevilla quedó, según la geografía bélica, dentro de lo que se denominó la zona nacional, pudo seguir cumpliendo con su Regla en el año siguiente y sucesivos hasta la fecha.

El año 1940 se produjo otro importante acontecimiento para la Hermandad debido al estreno del impresionante nuevo paso de Cristo, diseñado y dirigido por el que fuera inolvidable Hermano Mayor, Don Francisco Jiménez Román. Su tallado se debió a Rafael Fernández de Toro, el dorado a Manuel Fuentes, y la carpintería a Emilio Gutiérrez. Así mismo intervino el escultor Rafael Roldan que talló las figuras que lo ornaban.

En el año 1947 le correspondió una importante y trascendente modificación al paso de Virgen, de manera que el Lunes Santo, día31 de marzo, se estrenó por finel actual palio terminado -a falta solo del medallón central debido al retraso sufrido en su confección a causa de haberse inundado el local del taller de bordados de Caro por causa de la riada-; bellísimo palio que lució sostenido porlos portentosos varales repujados por Manuel Seco Velasco, en cuyos basamentos aparecen pequeñas figuras de patronas de distintas regiones españolas, labradas por Sebastián Santos Rojas, así como los faldones, el manto, y la ropa completa de la imagen. Los broches de los faldones, que también se estrenaron, fueron confeccionados en plata repujada y calada

El año 1954, Santiago Ramos Castro compuso la marcha “Virgen de las Aguas”.

El año 1962, el escultor Sebastián Santos restauró la imagen de la Virgen, a la que dotó de un nuevo candelero, y modificó algo la dirección de la mirada, consiguiendo una más propia para salir en procesión bajo palio.

El 19 de marzo de 1964 se bendijo el bello retablo de azulejos que preside la fachada con los dos titulares, obra de Antonio Morilla, el tallista Guzmán Bejarano diseñó el marco y Pablo Aguilocho la corona que lo remata.

El año 1975, se celebró con la mayor solemnidad el cuarto centenario fundacional de la hermandad, y con motivo de su conmemoración se constituyó el patronato Benéfico Social Santísimo Cristo de la Expiración y Nuestra Señora de las Aguas.

El 22 de junio del año siguiente fueron aprobadas nuevas Reglas, en las que se estableció como título de la Hermandad el que hoy todavía mantiene. En 1977 hermanos jóvenes costaleros portaron el paso de Cristo por primera vez. El paso de la Virgen no fue llevado por hermanos hasta dos años más tarde.

EL 20 de junio de 1982, se enriqueció el tesoro artístico de la hermandad, instalando en el altar mayor un magnífico y rico sagrario. Con dicho motivo, el director espiritual don Miguel Rastrojo, concelebró una solemne misa con hermanos sacerdotes.

Durante el año 1985, nuestras Imágenes Titulares permanecieron por espacio de 5 meses en la Parroquia de San Vicente, debido a las importantes obras de reforma que se llevaron a cabo en la capilla.

El 9 de febrero de 1986 se celebró solemne función que presidió don Antonio Domínguez Valverde, en acción de gracias por la concesión del título de sacramental, que tuvo a bien concederle el señor Arzobispo. El siguiente año se estrenó el guión sacramental.

Entre abril de 1990 y marzo de 1991 fue restaurado el Cristo de la Expiración por el Instituto de Conservación y Restauración de Obras de Arte sito en Madrid. El correspondiente proyecto, incluido el delicado traslado de la imagen a la capital de España, fue aprobado en Cabildo General Extraordinario celebrado el día 12 de marzo de 1990. Tras su restauración, la venerada imagen estuvo expuesta en el Museo de Bellas Artes de la ciudad, para ser contemplada por los hermanos, devotos y sevillanos en general.

El Sábado Santo 18 de abril de 1992, la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración procesionó en el Santo Entierro Grande, debido a lo cual en su itinerario de vuelta protagonizó un evocador recorrido por el Postigo del Aceite y El Arenal, llegando hasta la Puerta Real.

Durante el Quinario de 1995 se estrenan las “Coplas al Cristo del Museo”, obra musical compuestas por D. José Manuel Delgado Rodríguez, con letra de nuestro hermano Rafael Soto Yáñez.

En el año 1996 se estrenan nuevos respiraderos en plata para el paso de palio, obra de Juan Borrero y Francisco Fernández, que sustituyen a los que la Hermandad adquiriera en el año 1944 a la Hermandad de la Amargura.

Durante el año 1997 la Hermandad celebra la efeméride del 75 aniversario de la creación del Lunes Santo.

El 28 de marzo de 1998, la Virgen de las Aguas fue proclamada, con la oportuna Autorización eclesiástica, patrona de la compañía municipal de aguas de Sevilla, EMASESA.

En el año 2000 nuestra Hermandad celebra el 425 aniversario fundacional, que concluyó con un Solemne Pontifical de Acción de Gracias celebrado el 1 de diciembre, y oficiado por el Arzobispo de Sevilla Fray Carlos Amigo Vallejo.

El referido prelado bendijo la nueva Casa Hermandad el 28 de octubre de 2002, tras las obras de rehabilitación de la casa de la calle Bailén nº 59, adquirida 2 años antes.

En el año 2003 nuestras hermanas forman parte por primera vez en la Nómina de la Cofradía, no llegando a realizar la Estación de Penitencia a causa de la lluvia.

En septiembre de 2004 se bendice el nuevo columbario construido en la cripta subterránea de la Capilla, obra llevada a cabo por nuestro hermano José Núñez Castáin, prestigioso arquitecto sevillano.

El 19 de mayo de 2005 nuestra hermandad participa corporativamente en la procesión eucarística de la Parroquia de San Vicente, figurando en el cortejo la imagen de nuestra de la Merced Comendadora sobre el paso de la Virgen de las Aguas, hecho casi sin precedentes, al menos en la época más contemporánea.

A finales del año 2007 se realizan obras para el acondicionamiento integral de la fachada de la Capilla, que se llevaron a cabo bajo la dirección facultativa de nuestro hermano José María Rincón Calderón.

Con motivo de unas nuevas obras de restauración de la Capilla y las dependencias anexas, del 18 de diciembre de 2008 al 1 de marzo de 2009 nuestra Imágenes Titulares permanecieron en la iglesia conventual de San Gregorio, sede de la Comunidad Mercedaria y de la Hermandad del Santo Entierro, debiéndose resaltar este hecho dada la trascendencia histórica que tuvo y la solemnidad con que se celebraron sendos traslados.

Coincidiendo con estas obras se realiza en la sala V del Museo de Bellas Artes, la Exposición titulada «Imágenes del Museo», en la que se pudieron contemplar durante un mes las tallas de la Merced Comendadora, Nuestra Señora del Rosario atribuida a Jerónimo Hernández, Santa Ana con la Virgen Niña atribuida a Hita del Castillo, así como los cuatro evangelistas que figuran en el paso del Cristo de la Expiración, obra de Francisco Ruiz Gijón.

Durante la Estación de Penitencia del Lunes Santo de 2009, formó parte del cortejo una representación de la querida Hermandad del Santo Entierro.

Entre los meses de abril y mayo de 2012 se expone en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, el lienzo “Resurrección del Señor” de Bartolomé Esteban Murillo, obra que perteneció a nuestra Capilla y que fue expoliada por el Mariscal Soult durante la invasión napoleónica. El referido lienzo regresaba a Sevilla, después de haberlo hecho durante su exposición en el pabellón de la Santa Sede durante la Exposición Universal de 1992, gracias a las gestiones conjuntas realizadas entre el propio museo, nuestra Hermandad y el matrimonio Bellver.

Entre los meses de junio de 2012 y enero de 2013 la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración fue restaurada en las instalaciones del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico. Tal y como ocurriera tras la restauración del año 1991, la sagrada imagen pudo contemplarse en todo su esplendor en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, del cual regresó a su Capilla la noche del 1 de febrero, en un emotivo, solemne e inolvidable traslado.

En el mes de septiembre de este mismo año, el Papa Francisco concede a la hermandad la celebración de un año jubilar, por el IV centenario de la Capilla de la Expiración. Dicha celebración comenzó el 28 de septiembre con una solemne eucaristía de apertura del Año Jubilar presidida por el arzobispo de Sevilla, Don Juan José Asenjo Peregrina.

En el mes de noviembre de 2013 la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración fue elegida por la Junta Superior del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla para presidir el Vía Crucis de las Cofradías de la ciudad de 2014, que se celebra en la Santa Iglesia Catedral. Tan piadoso acto tuvo lugar el 10 de marzo de 2014, constituyendo uno de los hitos más importantes en la historia reciente de nuestra Hermandad, enmarcado en las celebraciones del Año jubilar.

El viernes día 3 de octubre de 2014, al concluir el Año Jubilar, la Hermandad celebra una procesión eucarística hasta la parroquia de San Vicente Mártir.

Al día siguiente tuvo lugar la eucaristía de clausura, presidida por el obispo auxiliar D. Santiago Gómez Sierra, así como la inauguración y bendición del crucero que conmemora la celebración del 400 aniversario de la Capilla de la Expiración, y la concesión del Año Jubilar.

El Lunes Santo 30 de marzo de 2015, Su Majestad el Rey Felipe VI visita nuestra Capilla a pocas horas de iniciarse la Estación de Penitencia, acontecimiento que se debe subrayar por su trascendencia histórica.

En Cabildo General Extraordinario celebrado el 28 de octubre, los hermanos aprueban la propuesta de cambio de itinerario de vuelta para la Estación de Penitencia de 2016, presentada por la junta de gobierno. Dicho cambio de itinerario sería el siguiente: Placentines, Alemanes, García de Vinuesa, Puerta del Arenal, Castelar, Plaza de Molviedro, Doña Guiomar, Zaragoza, Puerta de Triana, Gravina, Pedro del Toro, Bailén, Miguel de Carvajal y Plaza del Museo.

El 7 de diciembre, víspera de la festividad de la Inmaculada Concepción, es presentada la restauración del Simpecado procesional, llevada a cabo en los talleres de bordados Santa Bárbara, que le devuelve todo el esplendor artístico que concibiera en el año 1946 el taller de Sobrinos de Caro.

El 30 de enero de 2016 se presenta el cartel oficial de la Semana Santa, realizado por nuestro hermano César Ramírez Martínez, tratándose de una hermosa obra pictórica llena de simbolismos, en la que el motivo principal es la Santísima Virgen de las Aguas vestida a la usanza hebrea.

Se une este cartel a las demás ocasiones en que la hermandad fue objeto de carteles oficiales sobre la Semana Santa. El de 1988 con la fotografía obra de José Ignacio Velasco González, y el de 1997 mediante un cuadro pleno de fantasía del pintor Juan Valdés. Destacar igualmente el que sirvió para anunciar la Semana Santa de 2009, obra de nuestro hermano Juan Antonio Huguet Pretel, en el que tiene un destacado protagonismo uno de los evangelistas del paso del Stmo. Cristo de la Expiración, así como un detalle en el que se aprecian los acólitos menores de nuestra Hermandad.

El Lunes Santo 21 de marzo se realiza la Estación de Penitencia completándose con el nuevo itinerario de vuelta, antes descrito, en el que se vivieron momentos de especial emotividad, dentro del fervor y recogimiento acostumbrados en el principal culto externo de la Hermandad.

El 13 de junio se recibe de la Casa Real el oficio de aceptación de S.M. El Rey Felipe VI como Hermano Mayor Honorario de la Hermandad, fechado a 7 de junio del año en curso.

En la actualidad, la vida de la hermandad transcurre con toda normalidad y plenitud de anhelos culturales, formativos y espirituales.